La emboscada perfecta: El caso de los cuatro periodistas holandeses
Oscar Antonio Pérez, Fundación Comunicándonos y VOCES Diario digital
Dos llamadas de atención en tan corto tiempo solamente podían ser el anuncio de malas noticias para los periodistas. Sobre todo en marzo de 1982. La primera señal o advertencia fue la “invitación” que le hiciera el entonces director de la Policía de Hacienda, Coronel Francisco Antonio Morán, a Koos Koster y sus colegas holandeses. Esta se dio la mañana del 11 de marzo y los medios escritos como El Diario de Hoy registraron el hecho el viernes 12 marzo con el titular “Periodista extranjero contacto de subversivos”. Esa “invitación” que les hiciera el director de la Policía de Hacienda y que consistió en un fuerte interrogatorio para Koster, solamente venía a constatar el seguimiento y vigilancia que ya dicho cuerpo de seguridad mantenía sobre los cuatro periodistas y anunciaba lo que pronto podía ocurrirle a los holandeses. La emboscada perfecta y asesinato de los cuatro periodistas holandeses sucedió la tarde del 17 de marzo, en el municipio de Santa Rita, departamento de Chalatenango.
La otra llamada, la mañana del 18 de marzo, fue la que hiciera el agregado de prensa de la Embajada de los Estados Unidos, Howard Lane, donde le informaba telefónicamente al periodista holandés Jan Schmeitz, quien trabajaba para IKON Radio y era colega de los cuatros periodistas holandeses: Koos Koster, Jan Kuiper, Hans ter Laag y Johannes Willemsen, sobre la muerte de sus compañeros. Dos días después, desde la misma sede diplomática le recomendaron a Jan también salir del país, ya que las reiteradas amenazas telefónicas le decían “Que terminara con las averiguaciones, que saliera fuera del país, porque ya tenían el quinto ataúd, que era el de él”. La tarde del 20 de marzo, este quinto periodista holandés tuvo que abandonar El Salvador.
Una emboscada ya planificada
La tarde del 17 de marzo de 1982 fueron asesinados los cuatro periodistas holandeses tras una emboscada tendida por el ejército mientras trabajaban en un reportaje sobre la situación de la población civil que sobrevivía a los operativos contrainsurgentes de “tierra arrasada”. Las únicas “armas” que les acompañaban eran: cámaras, grabadoras, plumas y libretas. Su misión periodística, como lo relatan sus colegas holandeses, era completar “un documental para la televisión holandesa sobre la situación político y militar en el país”. Los cuatro periodistas trabajaban para la empresa IKON Tv del Reino de los Países Bajos.
“El diecisiete de marzo de 1982 en horas de la tarde –concluyó el informe de la Comisión de la Verdad de El Salvador-, cuatro periodistas holandeses acompañados por cinco o seis miembros del FMLN, algunos de ellos armados, cayeron en una emboscada tendida por una patrulla del Batallón Atonal de la Fuerza Armada Salvadoreña, cuando se dirigían a territorio controlado por el FMLN”. El Informe sigue diciendo “…la emboscada fue preparada deliberadamente para sorprender y dar muerte a los periodistas y sus acompañantes”. Y señala que “la decisión de emboscarlos fue tomada por el Coronel Mario A_ Reyes Mena, Comandante de la Cuarta Brigada de Infantería, con el conocimiento de otros oficiales; de que no hubo un enfrentamiento mayor que precediera al tiroteo que dio muerte a los periodistas o fuera simultáneo con él; y, finalmente, de que el oficial nombrado y otros militares han encubierto la verdad y obstaculizado la investigación judicial”.
Según testimonios, se conoce que uno de los asesores militares norteamericanos apostados en El Salvador y que investigó inmediatamente el hecho por orden de la Embajada de los Estados Unidos, conocido el militar como Todd Greentree, declaró ante periodistas que él “no estaba de acuerdo con las versiones del ejército salvadoreño”, pues no se trataba de un enfrentamiento, ya “que el ejército esperaba o había preparado una emboscada”. Incluso, el militar norteamericano, dibujó sobre un papel el lugar de la emboscada, señalando así las posiciones del ejército y el lugar donde quedaron los cadáveres de los cuatro periodistas holandeses y los guías del FMLN.
Un día después del asesinato de los periodistas, el 18 de marzo, el Comité de Prensa de la Fuerza Armada, COPREFA, sostuvo que “una columna de elementos subversivos fue sorprendida por una patrulla militar que realizaba una misión de vigilancia, habiéndose producido un enfrentamiento que duro unos 40 minutos. Al final los subversivos huyeron y quedaron en el lugar ocho cadáveres”, versión que mantuvieron siempre los representantes del gobierno y Fuerza Armada. Información que fue luego desmentida por el Sargento Mario Canizales Espinoza, que era el jefe de la patrulla del Batallón Atonal, que fueron quienes tendieran la emboscada contra los periodistas holandeses.
En una reciente entrevista brindada a VOCES Diario digital, la ex comandante de la guerrilla salvadoreña, María Ofelia Navarrete, conocida durante el conflicto armado como María “Chichilco”, relató “Yo estaba en otro campamento. No recuerdo muy bien quiénes estábamos pero nos llegó la noticia del asesinato de ellos (los periodistas). Yo escuché que fue una emboscada. Una emboscada provocada por miembros del ejército”.
Durante la entrevista María “Chichilco” contó sobre la relación que tenían los periodistas con la guerrilla “siempre fue amistosa”, no así con el ejército y “que lo más seguro era que ese día los uniformados (el ejército) conocían ya la ruta que ellos (los periodistas) tomarían”.
El relato de María “Chichilco” coincide con el testimonio brindado por “Martín”, único sobreviviente de la guerrilla que guiaba en su momento a los periodistas holandeses y que describió a inicios de mayo de 1982, frente a una Comisión Oficial en el Reino de los Países Bajos, todo lo sucedido durante la emboscada.
Por el derecho a la verdad y la justicia…
El asesinato de los periodistas holandeses es un caso paradigmático de violación a la libertad de expresión, forma parte de los 32 casos que aparecen en el Informe de la Comisión de la Verdad y que, como muchos asesinatos de periodistas nacionales y extranjeros que murieron durante la guerra civil salvadoreña, se encuentran todavía cubiertos por el obscuro velo de la impunidad.
Según el Fiscal General de la República, Douglas Meléndez, el asesinato de los periodistas holandeses ahora forma parte de los 160 casos que investiga la Unidad de Crímenes Históricos, como parte del cumplimiento de la sentencia de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía, dictada desde hace dos años por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador.
Investigación penal que apunta hacia los señalados como autores intelectuales de este crimen: Coronel Mario Adalberto Reyes Mena, ex Comandante de la 4ª. Brigada de Infantería, con sede en El Paraíso, Chalatenango; y al Coronel Francisco Antonio Morán, ex Director de la Policía de Hacienda. A los miembros de la Patrulla del Batallón Atonal, como autores materiales del asesinato. Igualmente investiga a los generales José Guillermo García, quien era en ese momento Ministro de Defensa Nacional, y a Rafael Flores Lima, que tenía el cargo de Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Armada.
Sin lugar a dudas, el asesinato de los cuatro periodistas holandeses ha sido una expresión de lo que significó la utilización de la institucionalidad y el poder organizado desde el Estado salvadoreño, que ha servido no solo para cubrir todo vestigio del delito cometido durante esa época, sino también para eludir eventuales responsabilidades, pues ha sido claro lo que describió la Comisión de la Verdad cuando señala que conforme a las declaraciones dada por oficiales que en ese momento servían en el Cuartel de El Paraíso “Existió una reunión en la que participaron oficiales del Estado Mayor de la Cuarta Brigada, incluyendo a su Comandante el Coronel Mario A. Reyes Mena, y oficiales del Batallón de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI) Atonal«, y que en esta reunión de militares “Fue planificada la emboscada”.
Hoy, a 36 años del asesinato de los periodistas holandeses y en el marco del Día del Periodista en El Salvador, seguimos esperando conocer la verdad y justicia para estos cuatro tulipanes, cuya misión era llevar al pueblo del Reino de los Países Bajos la verdad de lo que sucedía en El Salvador.